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martes, 21 de diciembre de 2010

Homenaje a Morente

Hoy, pasada una semana del fallecimiento de Enrique Morente, se ha publicado en La Voz de Avilés - El Comercio una columna firmada por este plumilla que suscribe. Sirva de homenaje al maestro de la voz sabia. Y corro a escuchar de nuevo ese 'Lorca' que hace llorar de emoción.

 Morente ya es leyenda
por Rafa Balbuena
 
Ha querido el destino que a poco menos de dos días de la apertura del Centro Niemeyer, su primer invitado plegara velas y emprendiese viaje a otras esferas, como él mismo se refería al tránsito cada vez que hablaba y cantaba sobre lo que nos espera después de la muerte. Y es que de Enrique Morente se ha dicho mucho estos días, pero quizá se ha insistido poco en su retranca y sentido del humor. Él, con una sonrisa llena de picardía, narraba su llegada a Madrid a principios de los años 60 diciendo que encontró «gente muy rara, porque desde pequeñito he tenido la virtud de hallar los peores bares de cualquier ciudad del mundo». O el comentario que hizo cuando la familia de Federico García Lorca se emocionó escuchando la grabación de 'Y de pronto no estaba' que el cantaor incluyó en el disco dedicado al poeta en 1998: «Para una vez que me decido a homenajear a Federico por alegrías, todos acaban llorando... ¡'Menúo' homenaje!». O el inapelable «Dicen los viejos que las nubes se las lleva el viento» que llegó a sentenciar cuando le preguntaban su opinión sobre el Concurso de las Minas de La Unión, donde fue rechazado de chiquillo y donde regresó triunfador muchos años después, tan grande como los más grandes. El último renovador del cante, en suma, se ha ido por el mismo camino que acabamos hollando todos. Con la diferencia de que las alturas que ha alcanzado en su trayecto vital sólo pueden ser soñadas por el resto de los mortales. El arte es el estado más elevado del hombre, y Morente ha firmado su nombre con letras de oro en esta senda. Ahora ya brilla como una nova en el Parnaso flamenco, donde las 'fatigas' son pasado y el tiempo venidero no se puede medir ni en siglos. Aquí abajo, la epopeya del cantaor del Albaicín empieza a tejerse con su ausencia, pero tenemos el consuelo de que su voz de hondura y emoción resuena con la fuerza del primer día. Una voz sabia y por derecho, que ya nunca nos va abandonar porque la llevamos dentro. Enrique Morente, como Camarón, ya es parte de la leyenda del tiempo.

Acuarela: 'Morente', por Emo (EL PAÍS) 

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"Me condenaron a veinte años de hastío 
por intentar cambiar el sistema desde dentro.
Ahora vengo a desquitarme: 
primero conquistaremos Manhattan 
después conquistaremos Berlín"

(E. Morente / L. Cohen) 

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