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lunes, 27 de diciembre de 2010

Ana Miralles, entrando a matar

[Con este post comienzo a recuperar un archivo de entrevistas que iba camino de perderse en mi disco duro. Habrá más, ¿oquéi?]
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OBJETIVO: AMAR LOS CÓMICS
Una charla con Ana Miralles

Las Jornadas del Cómic ‘Villa de Avilés’, que el pasado mes de septiembre (de 2010) celebraron su XV edición, resultaron ser un éxito de público apabullante, en lo que su coordinador, Jorge Iván Argiz, ha calificado de “una de las dos citas más importantes del noveno arte en España”. La otra, claro está, es el Salón de Barcelona. Por Asturias pasaron en esta ocasión más de sesenta dibujantes de Europa y América. De Joe Staton a Esad Ribic , pasando por Ben Templesmith, el ubicuo George Perez o Igor Kordey, el cómic brilló con luz propia en la Villa del Adelantado. Y la representación española fue de relumbrón: Rubén Pellejero, Pere Pérez, Purita Campos, Susanna Martín con Isabel Franc, Miguel Calatayud, Ricardo Miralles... Empezamos esta (un tanto tardía) selección de entrevistas con Ana Miralles. No hace falta presentarla a los conocedores del tebeo hecho en los 80, época en la que esta madrileña valenciana que vive en Cantabria empezó a publicar sus primeras viñetas. Baste decir que la exposición de la artista en estas Jornadas obtuvo un éxito de asistencia inusitado, con la circunstancia añadida de que tuvo lugar en el Palacio de Valdecarzana, una casona del siglo XIV en pleno casco histórico de la villa, lugar que se adaptó como un guante a muchas viñetas de la artista, de temática medieval y fantástica. El dibujo de Miralles, nítido y colorista, con un punto de ingenuidad que no cae en lo naïf, ni mucho menos en lo fácil, siempre se ha caracterizado por dar un paso más en cada álbum, y si me apuran, en cada tira. La cuota de clásicos en la cita avilesina alcanzó un primer pico con la presencia de la mano que está tras las viñetas de ‘Eva Medusa’ o ‘Djinn’, que compareció ante los medios el jueves 16, en una edición en la que, en palabras de Argiz “nos pudimos sacar al espina del año pasado con ella”. Por cierto, todo apunta a que en 2011 Max desembarque en Avilés con los mismos honores que la protagonista de esta entrevista. En todo caso, aquí están las palabras de Ana Miralles al hilo de su visita al certamen. Sin trampa ni cartón.

- Ha costado verte en Avilés, pero al final, estás aquí. ¿Qué impresión te causan estas jornadas?
- Es una cosa fantástica. Ya me dio rabia no poder venir el año pasado. Tenía un compromiso familiar ineludible y no pude escaquearme de ninguna manera (ríe). Entonces, este año por fin he podido venir, y como no conocía Avilés, pues estoy encantada en este festival, con este ambiente tan estupendo. Los compañeros ya me habían hablado de él, y estoy disfrutando de todo esto.
- ¿Llegan a Madrid y Valencia los ecos de esta cita?
- Bueno, más que por ciudades, es por los compañeros. Todo el mundo habla bien de las Jornadas. Desde Rubén (Pellejero) a los demás que han pasado por aquí, me cuentan que para ellos venir es una tradición. Yo tenía pendiente venir, cuando todavía vivía en Valencia reconozco que era más complicado desplazarse a Asturias, sea por los medios de transporte o por cosas de la época... Ahora estoy en Santander, aquí al lado, sólo es un salto.
- Empezaste a publicar en revistas míticas como ‘Madriz’ o ‘Cairo’. ¿Añoras aquella época, los años de la ‘movida’, que fueron de esplendor tebeístico en España?
- Bueno, era una época efervescente, y de añorar algo, es que me recuerdo a mi misma con esa fuerza, esas ganas, y hasta esa inocencia, podríamos decir. También, a la hora de abordar los trabajos, la ilusión con la que llegabas a cada nueva publicación. Ahora, claro, eso se ha sustituido, porque una evoluciona y todo cambia. Pero, bueno, aquello estuvo bien, aunque añorarlo, añorarlo... Pues no, pero lo recuerdas con cariño, y con mucha ilusión.
- Una vez te llega un guión a tu estudio, ¿cómo te planteas el proceso creativo?
- Eso es entrar a matar (ríe). No me lo pienso mucho, cojo el texto y, lo bueno de haber trabajado tanto es que ya sabes cómo abordar cada tema. No es gritar ni revolcarte por el suelo con ataques de pánico, como me pasaba antes (ríe). No, no es eso: coges el guión, lo lees tranquilamente y lo traduces en imágenes. Trabajando duro, eso sí, pero con calma y los menos agobios posibles.

Ana Miralles en acción, en las Jornadas del Cómic de Avilés (foto: Rafa B) 

- Tu pareja artística más celebrada en los últimos tiempos ha sido Jean Dufaux. Habida cuenta de que en la rueda de prensa has calificado sus guiones de “oro puro” ¿cómo es el trabajo con él?
- Es que es una suerte trabajar con Jean, es un guionista muy experimentado, alguien con muchísimo éxito en Francia o Bélgica, trabaja con muchos dibujantes y tiene muchos registros diferentes. Entonces, cuando termina un guión, lo envía al dibujante que él cree se acopla mejor al tipo de historia. Yo he encontrado un buen punto de contacto con él, sabe cómo soy y hemos aprendido a conocernos. Sabe lo que me gusta dibujar y lo que no, procura no llevarme la contraria en ese sentido (sonríe). Pero los resultados son como... es que hemos aprendido a conocernos hablando de trabajo, entonces él me envía el guión. Yo lo leo, hago un primer storyboard de todo el texto, más que nada para ver si te gusta. Los problemas vienen cuando lo empiezas a dibujar y ves alguna falta de ritmo, un personaje que no acaba de encajar... Entonces es una cosa que ya... Sobre el papel y con el dibujo, entre los dos lo vemos, y así es como ves si el guión funciona o no.
- Te consagraste con ‘Eva Medusa’. ¿Qué tiene ese personaje de ti o qué tienes tú de ella?
- Muy buena pregunta. Yo procuré darle todo lo que pedía el personaje. Fue mi primera historia larga, realmente, así que tuve muchas dudas, pero también aprendía muchísimo. Del primer al tercer libro hubo bastantes cambios, se nota que el estilo varía, algo inevitable cuando te dedicas a dibujar: hay que ir mejorando cada vez que ves tu trabajo publicado. Además, yo soy muy crítica con lo que hago, los fallos que tengo, y siempre me digo “esto hay que corregirlo”. Se nota álbum a álbum. Y en el último más aún. Por eso, ‘Eva Medusa’, al principio, en los primeros álbumes, sufre un cambio muy rápido. Creo que le aporté frescura, ganas de hacer bien las cosas, afán de superación. Y yo he aprendido del personaje a conocerme a mí misma y saber en qué registro me manejo mejor.
- Una debilidad personal son las ilustraciones que hiciste para la versión de ‘En busca del Unicornio’, de (Juan) Eslava Galán, que creo te dejó un mal recuerdo.
- Sí, no se publicó lo bien que se merecía. El editor no mimó el trabajo. Esto es una labor en equipo, y el dibujante es tan responsable en el producto final como el señor que se encarga de la encuadernación. A distinto nivel, sí, pero si no está bien encuadernado, un álbum no se puede leer. Todo requiere cariño y mimo, y digamos que ‘El Unicornio’ murió al entrar en máquinas. Allí no había director artístico que dijese “esto cuídamelo, vamos a revisar esta página, este color no está bien, hay que repetir tal cosa...”. Algo de lo que alguien tiene que hacerse cargo y estar detrás de ello. Entonces, todo salió como salió: mal. El segundo álbum tenía los colores descasados y lo dieron por bueno. Entones, claro, el dibujo era minucioso, con mucho detalle, que pedía una lectura nítida. Y como no lo fue... Da pena, es como cuando necesitas gafas para leer y no te las puedes poner: no ves bien y no puedes disfrutar de la lectura.
- Sin embargo, aunque ese libro haya sido una decepción para ti, tiene una estética que sigue viva y que has mantenido en otros trabajos, tras la estela de personajes y estéticas como las de ‘El príncipe valiente’, ‘Capitán Trueno’ o del estilo de Peyo. Algo de aire ‘retro’ que no caduca, ¿no?
- Sí, mi estilo lo desarrollé ahí un poco más, me hice más realista por exigencias del guión. Yo quería haber hecho algo de género histórico, por lo que me vi obligada a profundizar en el realismo. Pero bueno, documentarse es lo mejor, he seguido por ese camino y me ha venido bastante bien. Entre ‘El Unicornio’ y lo que hice con Jean, hay varios trabajos como poner imágenes a cuentos de Andersen, Perrault... Un registro en el que estoy muy a gusto.
- ¿Qué te parece la retrospectiva de tu obra, expuesta en estas Jornadas?
- Fantástica e impresionante. Tener una exposición en un palacio medieval, y con dos pisos para mi es algo... increíble. No es lo mismo tener todo esto guardado en un cajón de tu casa. De repente se realza. Sí, es tener esta sensación de “Pero bueno, ¿todo esto he hecho yo?”. Lo ves y te acuerdas de lo que pensabas cuando lo hiciste, y en la época en la que estabas... Y sin embargo, aunque ya estoy en otros términos, te da la alegría de ver que la gente que va a verlo por vez primera, a lo mejor eso le ayuda a entender un poco mejor el dibujo, o quién sabe, a amar realmente los cómics. Ese es el objetivo final.


Un regalo de Ana a un servidor. Por si alguien 
dudaba de su bondad y amabilidad. 
Con gente como ella, da gusto.

(Un extracto de esta entrevista se publicó el 17 de septiembre de 2010 en La Voz de Avilés - El Comercio)

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"Convertid un árbol en leña y podrá arder para vosotros, pero ya no producirá flores ni frutos"

(Rabindranath Tagore) 

domingo, 26 de diciembre de 2010

Una visión certera

A menudo, hablar de cultura popular suele referirse a analizar a los paisanos que salían en el programa de Labordeta. O peor aún, poner palabras como "epistemología" o "análisis psicoestructural" para hablar de cosas como "la ruta del bakalao" o "las tribus urbanas". O sea, palabrería para los que sabiendo lo que dicen, no saben nada sobre lo que dicen. Digo esto porque encontrar libros sobre lo que le pasa al ciudadano común en su día a día, a la hora de vivir su vida con alegría (la mal llamada 'cultura basura', otro sintagma odioso) lo que uno se encuentra son disparates y necedades sin ton ni son. Viene a la memoria un manual universitario que decía que "los skinheads son una subcultura juvenil surgida hacia 1982" o un voluntarioso profesor de musicología que tuvo los cojonazos de decir aquello de "Frank Zappa, cantante de The Velvet Underground, grupo emblema de la contracultura hippie...". Total, lo de siempre: hablar por hablar para decir puras y duras mamonadas.

El caso que nos ocupa, por suerte, no es así. Este libro, surgido hace casi diez años, es uno de los más certeros análisis de nuestra Transición democrática, visto desde la óptica de los que sí saben lo que hubo: cera ardida. Hasta el título es acertado: Franquismo Pop (Reservoir Books-Mondadori, 2001).



No voy a analizar su contenido de pe a pa, pero sí destacar algunas páginas. Verbigracia, el diccionario onomástico sobre el período 1973-1982, obra de Marcos Ordóñez recogida bajo el título 'Sic transit', donde se habla desde Arias Navarro a Victoria Prego, pasando por la carta de ajuste de TVE el 20 de noviembre de 1975 o el casposo rotulador 'Punta Viva', no quedando títere con cabeza ni payaso sin lavativa. O también esas visiones nada complacientes del colectivo Mondo Brutto ('La transición que hizo pop') sobre los camisas viejas y el desembarco de El Corte Inglés en la vida de los españolitos de fuera de Madrid, entre otros accidentes históricos. O las no menos ácidas reflexiones de Sergi Pamiès ('Tricornios a la romana') al llegar a una celtiberia de pana marrón y prendas tan horrorosas como la trenka o los pantalones de tergal. Y esa especie de poema epicojonudo llamado 'Retablo tragicómico de la Transición' de José María Micó que hace llorar de risa, mostrando lo imbéciles que eramos cuando Suárez mandaba y lo rematadamente subnormales que seguimos siendo hoy mismo... Y esto es sólo la puntita nada más. Hay firmas ilustres y desconocidas, todas igual de meritorias. Quien quiera saber cómo, cuando, de qué manera y para qué voló Carrero a los ojos de señores como usted y como yo, éste es su libro. Está descatalogado (creo) y no hay excusa para capturar un ejemplar si cae en el radio de acción de alguien que no acepte ni las visiones de Tuñón de Lara ni las de Pío Moa. Como decía una pintada de los 80: "Totus no somus tontus del todu como tuus". Pues eso.

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"No queremos apertura, queremos mano dura"
"Tarancón, al paredón y al Gobierno, dimisión"
"Carrillo, te haremos picadillo"

(Acervo popular español, 1974-1978)

sábado, 25 de diciembre de 2010

Cine para un día de paz espiritual (eso dicen)

Hoy es 25 de diciembre, fun, fun, fun (aunque lo pueda parecer, no es una canción de los Beach Boys). Personalmente, voy a celebrar la fecha haciendo absolutamente nada. O sea, que voy a dedicarme a perder el tiempo haciendo cosas sin relevancia, de esas con las que todos disfrutamos.

Una de ellas podría ser volver a ver una película. Y sí, digo "volver", porque algunos somos de releer libros, reescuchar discos, y, en efecto, "revisionar" (vaya palabreja) las películas que por una u otra razón te cuentan una nueva historia cada vez que le das al 'play'. Y me viene a la memoria cierta cinta de Kubrick, al hilo de una foto que hice hace dos semanas en un lugar que, pese a estar en un pueblo de la costa asturiana, tiene un aire parecido al psicotrónico y surrealista bar con el que empieza esa peli. Juzguen ustedes mismos:



Decidido: después del ágape familiar, se apagarán las luces, saldrá en pantalla el escudo de la Warner Bros, y con la melodía de Walter/Wendy Carlos se oirá una voz atiplada diciendo: "Ahí estaba yo. Es decir, Álex. Y mis tres drugos, o sea, Pete, Georgie y Dim. Nos encontrábamos en el Milk Bar Korova, exprimiéndonos las rasuderas para ver en qué ocupar la noche...".

(Prometo volver sobre esta película y soltar un discurso con muchas barbaridades bien dichas. Palabra).

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"El mayor tesoro de un hombre es tener mucho tiempo para poder perderlo"

(Jaume Sisa)

martes, 21 de diciembre de 2010

Homenaje a Morente

Hoy, pasada una semana del fallecimiento de Enrique Morente, se ha publicado en La Voz de Avilés - El Comercio una columna firmada por este plumilla que suscribe. Sirva de homenaje al maestro de la voz sabia. Y corro a escuchar de nuevo ese 'Lorca' que hace llorar de emoción.

 Morente ya es leyenda
por Rafa Balbuena
 
Ha querido el destino que a poco menos de dos días de la apertura del Centro Niemeyer, su primer invitado plegara velas y emprendiese viaje a otras esferas, como él mismo se refería al tránsito cada vez que hablaba y cantaba sobre lo que nos espera después de la muerte. Y es que de Enrique Morente se ha dicho mucho estos días, pero quizá se ha insistido poco en su retranca y sentido del humor. Él, con una sonrisa llena de picardía, narraba su llegada a Madrid a principios de los años 60 diciendo que encontró «gente muy rara, porque desde pequeñito he tenido la virtud de hallar los peores bares de cualquier ciudad del mundo». O el comentario que hizo cuando la familia de Federico García Lorca se emocionó escuchando la grabación de 'Y de pronto no estaba' que el cantaor incluyó en el disco dedicado al poeta en 1998: «Para una vez que me decido a homenajear a Federico por alegrías, todos acaban llorando... ¡'Menúo' homenaje!». O el inapelable «Dicen los viejos que las nubes se las lleva el viento» que llegó a sentenciar cuando le preguntaban su opinión sobre el Concurso de las Minas de La Unión, donde fue rechazado de chiquillo y donde regresó triunfador muchos años después, tan grande como los más grandes. El último renovador del cante, en suma, se ha ido por el mismo camino que acabamos hollando todos. Con la diferencia de que las alturas que ha alcanzado en su trayecto vital sólo pueden ser soñadas por el resto de los mortales. El arte es el estado más elevado del hombre, y Morente ha firmado su nombre con letras de oro en esta senda. Ahora ya brilla como una nova en el Parnaso flamenco, donde las 'fatigas' son pasado y el tiempo venidero no se puede medir ni en siglos. Aquí abajo, la epopeya del cantaor del Albaicín empieza a tejerse con su ausencia, pero tenemos el consuelo de que su voz de hondura y emoción resuena con la fuerza del primer día. Una voz sabia y por derecho, que ya nunca nos va abandonar porque la llevamos dentro. Enrique Morente, como Camarón, ya es parte de la leyenda del tiempo.

Acuarela: 'Morente', por Emo (EL PAÍS) 

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"Me condenaron a veinte años de hastío 
por intentar cambiar el sistema desde dentro.
Ahora vengo a desquitarme: 
primero conquistaremos Manhattan 
después conquistaremos Berlín"

(E. Morente / L. Cohen) 

domingo, 19 de diciembre de 2010

Signo de los tiempos

Perdiendo de modo miserable el tiempo por Youtube, uno de vez en cuando encuentra muestras de ese humor tan corrosivo y de tan malísima leche que tanto nos gusta a los que vamos para corrosivos con casi tanta mala leche. El espíritu de Martes y 13 sigue vivo. Aunque actualmente Millán y Josema vivan de rentas... Pinche usted en el enlace, que a destilar bilis tocan:


¡Ay, víctimas de OT! ¡Ay, víctimas de PopStar! ¡Ay, víctimas de los quince minutos de fama por un plato de guisantes precocinados! ¡Ay, la madre que los parió a todos vivos!

(Carmen Ruiz, por cierto, SE SALE en este vídeo. Pido medalla de oro para todos los implicados, incluyendo el alma que ha colgado el vídeo en la red)

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"De entre todas las injurias, la burla y el ridículo son las que menos se perdonan"
(Platón)

viernes, 10 de diciembre de 2010

España profunda # 2

Las dichosas necesidades fisiológicas son un incordio las más de las veces. ¿Quién no ha tenido que ausentarse de una reunión laboral o un cónclave familiar con la matraquilla de "perdonad, tengo que ir al baño"? También son, a sus debidas horas, un acto de socialización, palpable en frases como "venga, que tengo que ir a cambiar el agua al canario", el muy femenino "vamos al servicio, que voy a contarte una cosa" o el telúrico (y un tanto brusco) "picha española nunca mea sola". Y el acervo popular también extiende al hecho de aliviar varias frases como "tal cosa es más fácil que mear", "con esa opinión estás meando fuera", "esto es para mearse de gusto", "yo es que me meo de risa"... y podríamos seguir así durante horas.

Ahora, que todo tiene su tiempo, y, sobre todo, su lugar. Para eso se hicieron las ordenanzas. Los lectores más entrados en años recordarán aquellos carteles de "Se prohibe escupir y blasfemar", los más jóvenes habrán sufrido ese apremiante "Prohibido jugar a la pelota". Pero como mear, meamos todos, conviene escoger sabiamente el lugar en el que despedirnos del líquido compuesto por agua, urea y demás detritus a los que nuestros riñones obligan a decirnos "abur" para bien de nuestra salud. Tomen ustedes nota al leer carteles como este, no sea que un funcionario vestido de azul les regale un papelito para llevar al banco o les imponga una lección práctica de aquella otra frase que decía "la letra, con sangre entra".



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 "Los hombres deben de ser
 lo mismo que los cabritos
 o los capan de pequeños
 o los dejan enteritos"


(Cancionero popular asturiano, Llanes)

miércoles, 8 de diciembre de 2010

España profunda # 1

Para los que somos asturianos, esta imagen es de lo más normal y corriente en cuanto uno sale de la ciudad. Un simple abrevadero de vacas. ¿Simple? No, no, no, no, no. Por alguna razón que escapa al sentido común, el uso original de este artilugio queda en un segundo, tercer o cuarto plano, dejando al aire libre (nunca mejor dicho) el espíritu de la España profunda. En resumidas cuentas: un ejemplo de que aquello de 'Celtiberia show' sigue vigente en pleno Siglo XXI. Europa es algo (todavía) muy lejano. Aunque sospecho que en todas partes cuecen habas...





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-Camilo, de ti se dice que escribes como quien mea. 
-Hombre, si el que mea es muy prostático... ¡sí!

(Entrevista a Camilo J. Cela por Joaquín Soler Serrano) 

martes, 7 de diciembre de 2010

Ariel Rot, sin nostalgias

Hace hoy justo una semana entrevisté a Ariel Rot para La Voz de Avilés-El Comercio. Un tipo encantador que, a diferencia de otros a los que todo les ha venido de cara, se ha ganado su estatus palmo a palmo. Una leyenda del rock español al que es todo un honor poder tomar el pulso. El musical, se entiende, porque salta a la vista que Rot es todo corazón. Su espectáculo 'Solo' acogió a unos 300 fans en el Teatro Palacio Valdés de Avilés el sábado 4 de diciembre. No es mucho, pero estaban todos entregados. Mejor eso que cinco mil tordos que van a mojar las bragas con la pavisosa de Chenoa y luego a mojar el gaznate con etanol a ritmo de reggaetón... para acabar mojando solitos con la almohada ¿no? En fin, lo de Ariel Rot es otra cosa. Pasen y lean...

- Ariel, ¿En qué consiste 'Solo'?
- Bueno, es una lista extensa de canciones, en las que me acompaño de un piano, una guitarra acústica, un par de eléctricas, unos pedales y un amplificador. A partir de ahí, repaso mis canciones, no sólo las del último disco, sino de mis dos etapas en solitario, y algunas de Tequila y Los Rodríguez.
- ¿Podemos decir que es una suerte de 'Lo que siempre quiso escucharse de Ariel Rot y que nunca se pudo oír'?
- Puede ser... aunque algunas sí que se han oído, y mucho (ríe). Me gusta el arreglo que he hecho de 'Milonga del marinero y el capitán', queda totalmente tanguera. Lo que no hay es un concepto cronológico, ni es una presentación del último disco, aunque se titule igual.
- Celebras tus 30 años sobre el escenario. ¿Qué te hace subirte ahí arriba después de tanto tiempo?
- ¡Es que nunca me bajé! Realmente necesito tocar, es algo que me hace falta para mi salud física, mental y espiritual. Viajar, interpretar tus canciones delante de la gente... No lo puedo sustituir por ninguna otra actividad. Ahora, si me permites la comparación, si tocar con banda es como un partido de fútbol, esto podría equipararse a uno de tenis. Con toda la concentración que requiere.
-Actualmente, publicas un disco cada dos años, más o menos. ¿Es ese el ritmo que requiere grabar un buen álbum?
- Bueno, en realidad no hay reglas ni rigidez en ese aspecto. Dos años es un plazo que está bien entre disco y disco, pero por medio tiene que haber otros proyectos, giras... Lo de Tequila [el regreso], por ejemplo, es uno de esos balones de oxígeno a los que me refiero. Procuro que sea así, me parece sano y refrescante. Eso sí, cada vez es más difícil preparar y terminar un disco. Porque tiene que salir sin presión, es lo que pide ser respetuoso con el cuerpo y la mente (ríe).

 Ariel Rot, 50 años de edad, 32 de rock a las espaldas y el mejor humor posible (foto: Jero Álvarez)

- Pasando a tus grupos anteriores, llegaste a decir que con Los Rodríguez habías alcanzado un doctorado en rock...
- Fue subir un peldaño más en la música y en la vida. Todos aprendimos muchísimo.
-¿Qué significa para ti el grupo, quince años después del fin?
- Me viene una catarata de recuerdos, marcada por su intensidad. Había una dinámica de trabajo y de diversión muy buena. Los ensayos de cada tarde eran bestiales, eso es lo que hace a un grupo. No puedo ser imparcial al rememorar esos años: los recuerdos del grupo me vienen a la mente bien con una sonrisa o con una lágrima.
- ¿Y Tequila?
- Fue algo más liviano, todo era con cierto espíritu de diversión. La gira de regreso fue para mí como unas vacaciones en las que sólo me tenía que ocupar de tocar la guitarra. Al revés que ahora, que me tengo que ocupar de todo... Pero está bien así, sin duda.
- Me gustaría que me definieses con una sola palabra a estos personajes...
- (Divertido) Una palabra sola para un argentino es poco menos que imposible... (ríe)
- Vamos a intentarlo... Sergio Makaroff.
- El 'teacher'.
- Julián Infante
- La gran amistad.
- Andrés Calamaro.
- La inspiración.
- Daniel Zamora.
- La locura.
- Alejo Stivel.
- La infancia.
- ¿Tenemos Ariel Rot para rato?
- Ufff... eso mejor hay que preguntárselo a mis médicos (ríe). Por mí, desde luego, que no quede.

(Un extracto de esta entrevista se publicó en La Voz de Avilés - El Comercio el 1/XII/2010)

domingo, 5 de diciembre de 2010

Esos animales

El gato es el animal más enigmático y atractivo del mundo. Sánchez Dragó, dejando todas sus astracanadas y dislates aparte, acierta de pleno al decir que se trata del verdadero mejor amigo del hombre, porque para librar de ratones la casa y ofrecer su calor y compañía, sólo pide a cambio un tazón de leche y unas caricias. Pocos testimonios me llegan tan hondo como este. Y me he acordado al ver esta imagen en El Atrio de Avilés, que no me he resistido a fotografiar con mi escasa pericia y aún menor control de la técnica.


El que haya tenido una mascota de este tipo, lo entenderá. Un antiguo compañero de clase al que quise como un hermano y que, probablemente, nunca regresará al regazo de la amistad, decía que era el animal más bello que existe, porque en la mirada de un gato reconocía las caras de todos los que le importábamos.

No sé por qué me he acordado de él hoy, pero en todo caso, al gato que me hizo compañía desde los 11 a los 28 años y a las personas que ya nunca volverán, les dedico este post. Y por supuesto, a ese amigo/ex amigo mío que, como yo, es cautivo de los ojos de los gatos. Un abrazo allí donde estés, Arcadio.

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"Qué difícil es recordar / Aquel instante en que te vi escapar / Embrujado por tu libertad / Una mañana gris te llamé /Asombrado por tu soledad / No eras un gato como los demás"


(Antonio Vega)