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domingo, 21 de noviembre de 2010

Vidas ejemplares # 1: Arturo Lanz

Ser músico en el Madrid de 1980 y no saber tocar era lo más normal del mundo. Eso lo sabe hasta el último mono. Pero si a eso se añade tener éxito fuera de las fronteras españolas (éxito a nivel underground, pero éxito a fin de cuentas), entonces hablamos de algo diferente. Así ha sido durante 30 años y no parece que la cosa vaya a cambiar. Ni a mejor, ni a peor.

Eso fue lo que le ocurrió a Arturo Lanz García. Líder desde entonces de Esplendor Geométrico, este hombre tiene una biografía infinitamente más sorprendente que la de Alaska, Los Secretos o Mecano. ¿Cómo si no definir al componente de un grupo de música industrial que ha sido estudiante de Historia, teniente del ejército del aire, funcionario del Ministerio de Asuntos Exteriores y empresario hostelero en Pekín? Eso, y llevar a las espaldas más de 20 álbumes de música ruidosa, rítmica y de una apabullante contundencia. Y todo ello (insisto) sin saber tocar. ¿Un genio? ¿Un farsante? ¿Un hype? ¿Todo y nada a la vez?

La historia de Esplendor Geométrico debería ser conocida por todos. Tres miembros de la primerísima formación de Aviador Dro se escinden de la banda madre para dar rienda suelta a sus instintos, por medio de una propuesta que pronto es llamada música industrial y que a finales de los 80 se denominará rythm'n noise. Junto a Gabriel Riaza, Arturo Lanz formará el dúo que pone a España en el mapa de la música electrónica, sin coartadas vanguardistas ni filosóficas. La pareja Lanz-Riaza está detrás de discos míticos como "Comisario de la luz/ Blanco de fuerza" (1985), "Mekano turbo" (1988) o la mejor sesión de baile para asesinar a pastilleros en directo jamás concebida, "Live in Utrecht" (1989). Además, al principio de su andadura, les acompaña otro exDro, Juan Carlos Sastre, con el que graban el primer disco independiente hecho en Madrid, "Necrosis en la poya", y la casete "EG 1", que contiene piezas como "Muerte a escala industrial", "El cabecilla del Vaticano", "Amor en Mauthausen" o "Destrozaron sus ovarios". Todo ello en la época en que Tejero gritaba aquello de "¡Quieeto tooodo el mundooo!" y lo que triunfaba en las listas de éxitos era Julio Iglesias o, en el mejor de los casos, Triana o Bloque. ¿Se puede ser más radical que Esplendor Geométrico?

Me gustaría extenderme en la vida y milagros de EG, ahora personificados en la figura de Arturo, junto al italiano Saverio Evangelista (Riaza, que también es un personaje único, dejó el grupo en 1995). Pero no lo voy a hacer: para eso, pinchen aquí, aquí y aquí. Baste decir que, aunque ahora la música del grupo es mucho más asequible, ver a Lanz hacer el burro en directo es una de las experiencias más catárticas que existen. Micro en mano o dentro de la boca, liándose a puñetazos con el sintetizador, bramando frases sin sentido o arengando al público con gestos que dejan en ridículo al de tanta estrellita de tres al cuarto (por muy "dura" que sea su propuesta), Arturo es el único punk de su generación que ha llevado su propuesta al límite sin dejar de ser fiel a sí mismo. Y, por supuesto, sin que le importe nada de nada si su música va a ser etiquetada o, directamente, si alguien la va a escuchar. Lo suyo es "liberar la mente con mi música, entrar en trance con estos ritmos y luego no volver a escucharlo nunca más", según explica él mismo. Y se ríe a carcajadas. ¿Pueden decir lo mismo las cien mil momias resucitadas del pop ochentero? Permítanme que lo dude, porque  a ver cuantos son capaces de entonar con la misma fuerza y (anti)convicción eso de "Ven a jugar, te voy a enseñaaaiiiiirrrrrrrghhhhhh!".

Ni techno ni rock: energía sonora sudando la camisa (Foto: Geometrik Records)


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"Que todavía no sientas apuros de tus intentos y mantengas aún esa idea de que el supremo bien es vivir del mantel ajeno, que seas capaz de sufrir aquellas cosas que ni el ruin Gaba habría aguantado en la mesa despiadada del César, aunque me lo jures como testigo bajo juramento, no me arriesgaré a creerte"


(Juvenal)

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