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jueves, 13 de enero de 2011

Un señor concierto (aunque algo inusual)

Hablar de Luis Delgado (Madrid, 1956) es hacerlo del lado más arriesgado e investigador que ha dado la música española de los últimos treinta años. El hombre que está detrás de grupos como Calamus o Atrium Musicae (junto a los hermanos Paniagua y Olavide) recaló en Avilés para dar un concierto que estuvo a mitad camino entre la actuación musical, la conferencia sobre organología y el espectáculo visual, salpicado por gotas de ese humor ácido y socarrón que subyace bajo cualquier artista que sepa ganarse al público con propuestas difíciles. Todo ello ante un inusual lleno en el Museo Alfercam de la villa asturiana, cuyo público no se caracteriza precisamente por abarrotar conciertos que no sean gratis y en los que no haya chicas ligeras de ropa o papichulos con Rayban de pera. Por suerte, los tiros iban por otro lado, y todos pudimos disfrutar de un viaje sonoro que tuvo como base una selección de los instrumentos exóticos que conforman el fondo del Museo de la Música de Urueña, del que Delgado es director.

Esto es un ud. Y Luis Delgado, casi en trance. Pero de verdad, no de pegote, estilo quienes-ya-saben.
(Foto: Rafa B) 

Así, desde una triada de piezas medievales españolas interpretadas con el morisco ud, hasta la espectacular recreación de la pieza central de la película ‘Ultimátum a la Tierra’ con el theremin (que difícilmente olvidarán los asistentes a este prodigio), la tarde supuso un recorrido por el tiempo y el espacio musical de la Humanidad. O lo que es lo mismo, una lección de ingeniería e historia sonoro-sociológica (¡lo juro!) partiendo de la hipnótica bramadera del Magdaleniense (un instrumento que tiene la friolera de 10.000 años de antigüedad), y llegando al cautivador sitar eléctrico de Vinnie Bell, pasando por, entre otros, los muy castellanos salterios, guimbardas y flautines de centeno. Mención aparte merecen los impactantes (por el tamaño) palos de lluvia chilenos o didjeridoos australianos, o las ocarinas y estatuillas sonoras de las tribus mesoamericanas, de las cuales el músico extrajo notas de colorido y emoción, entre las carcajadas, admiraciones y ovaciones arrancadas a una audiencia literalmente cautivada, que no dejó de sorprenderse ante los sonidos, apariencia y ejecución de la treintena de ingenios musicales puestos en solfa por el protagonista de la velada. Y todo con el gracejo del que sabe que un concierto es un hecho único, y que, rizando el rizo, hace suya aquella sabia máxima romana de ‘instruir deleitando’ en pleno siglo XXI.

Delgado es un profesor, un showman y un artesano, pero sobre todo, un músico como la copa de un pino. Sólo así se explica que no se le resista ninguna técnica instrumental y que, tras la actuación y entre firmas de viejos vinilos y CD’s, anunciase a los seguidores allí reunidos la inminente nueva entrega (cuarta) del dúo electroacústico Mecánica Popular, que comparte con Eugenio Muñoz y cuyo contenido incluirá varias recreaciones del compositor y teórico de la musique concrète Pierre Schaeffer.

(Corolario: el que no quiera oír, que no oiga. Ya hay bastantes sordos funcionales en este mundo como para intentar convencer a nadie de que hay música más allá de la papilla de las FM. Peor para ellos, porque en este lado de la trinchera tenemos a tipos como Luis Delgado, que son de los que dan ciento por uno. ¡Vuelva pronto, Mr. Pa-wu Man!)

El músico, riéndose por dentro mientras toca el salterio. La concurrencia, cautivada.
(foto: Adri Quintana)


(Luis Delgado actuó en Avilés el 5 de noviembre de 2010) 

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¿I vosté, com es qu'encara no s'ha suicidat?
(Ho diu Josepe, 'el mig amic') 


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