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OBJETIVO: AMAR LOS CÓMICS
Una charla con Ana Miralles
Las Jornadas del Cómic ‘Villa de Avilés’, que el pasado mes de septiembre (de 2010) celebraron su XV edición, resultaron ser un éxito de público apabullante, en lo que su coordinador, Jorge Iván Argiz, ha calificado de “una de las dos citas más importantes del noveno arte en España”. La otra, claro está, es el Salón de Barcelona. Por Asturias pasaron en esta ocasión más de sesenta dibujantes de Europa y América. De Joe Staton a Esad Ribic , pasando por Ben Templesmith, el ubicuo George Perez o Igor Kordey, el cómic brilló con luz propia en la Villa del Adelantado. Y la representación española fue de relumbrón: Rubén Pellejero, Pere Pérez, Purita Campos, Susanna Martín con Isabel Franc, Miguel Calatayud, Ricardo Miralles... Empezamos esta (un tanto tardía) selección de entrevistas con Ana Miralles. No hace falta presentarla a los conocedores del tebeo hecho en los 80, época en la que esta madrileña valenciana que vive en Cantabria empezó a publicar sus primeras viñetas. Baste decir que la exposición de la artista en estas Jornadas obtuvo un éxito de asistencia inusitado, con la circunstancia añadida de que tuvo lugar en el Palacio de Valdecarzana, una casona del siglo XIV en pleno casco histórico de la villa, lugar que se adaptó como un guante a muchas viñetas de la artista, de temática medieval y fantástica. El dibujo de Miralles, nítido y colorista, con un punto de ingenuidad que no cae en lo naïf, ni mucho menos en lo fácil, siempre se ha caracterizado por dar un paso más en cada álbum, y si me apuran, en cada tira. La cuota de clásicos en la cita avilesina alcanzó un primer pico con la presencia de la mano que está tras las viñetas de ‘Eva Medusa’ o ‘Djinn’, que compareció ante los medios el jueves 16, en una edición en la que, en palabras de Argiz “nos pudimos sacar al espina del año pasado con ella”. Por cierto, todo apunta a que en 2011 Max desembarque en Avilés con los mismos honores que la protagonista de esta entrevista. En todo caso, aquí están las palabras de Ana Miralles al hilo de su visita al certamen. Sin trampa ni cartón.
- Ha costado verte en Avilés, pero al final, estás aquí. ¿Qué impresión te causan estas jornadas?
- Es una cosa fantástica. Ya me dio rabia no poder venir el año pasado. Tenía un compromiso familiar ineludible y no pude escaquearme de ninguna manera (ríe). Entonces, este año por fin he podido venir, y como no conocía Avilés, pues estoy encantada en este festival, con este ambiente tan estupendo. Los compañeros ya me habían hablado de él, y estoy disfrutando de todo esto.
- ¿Llegan a Madrid y Valencia los ecos de esta cita?
- Bueno, más que por ciudades, es por los compañeros. Todo el mundo habla bien de las Jornadas. Desde Rubén (Pellejero) a los demás que han pasado por aquí, me cuentan que para ellos venir es una tradición. Yo tenía pendiente venir, cuando todavía vivía en Valencia reconozco que era más complicado desplazarse a Asturias, sea por los medios de transporte o por cosas de la época... Ahora estoy en Santander, aquí al lado, sólo es un salto.
- Empezaste a publicar en revistas míticas como ‘Madriz’ o ‘Cairo’. ¿Añoras aquella época, los años de la ‘movida’, que fueron de esplendor tebeístico en España?
- Bueno, era una época efervescente, y de añorar algo, es que me recuerdo a mi misma con esa fuerza, esas ganas, y hasta esa inocencia, podríamos decir. También, a la hora de abordar los trabajos, la ilusión con la que llegabas a cada nueva publicación. Ahora, claro, eso se ha sustituido, porque una evoluciona y todo cambia. Pero, bueno, aquello estuvo bien, aunque añorarlo, añorarlo... Pues no, pero lo recuerdas con cariño, y con mucha ilusión.
- Una vez te llega un guión a tu estudio, ¿cómo te planteas el proceso creativo?
- Eso es entrar a matar (ríe). No me lo pienso mucho, cojo el texto y, lo bueno de haber trabajado tanto es que ya sabes cómo abordar cada tema. No es gritar ni revolcarte por el suelo con ataques de pánico, como me pasaba antes (ríe). No, no es eso: coges el guión, lo lees tranquilamente y lo traduces en imágenes. Trabajando duro, eso sí, pero con calma y los menos agobios posibles.
Ana Miralles en acción, en las Jornadas del Cómic de Avilés (foto: Rafa B)
- Es que es una suerte trabajar con Jean, es un guionista muy experimentado, alguien con muchísimo éxito en Francia o Bélgica, trabaja con muchos dibujantes y tiene muchos registros diferentes. Entonces, cuando termina un guión, lo envía al dibujante que él cree se acopla mejor al tipo de historia. Yo he encontrado un buen punto de contacto con él, sabe cómo soy y hemos aprendido a conocernos. Sabe lo que me gusta dibujar y lo que no, procura no llevarme la contraria en ese sentido (sonríe). Pero los resultados son como... es que hemos aprendido a conocernos hablando de trabajo, entonces él me envía el guión. Yo lo leo, hago un primer storyboard de todo el texto, más que nada para ver si te gusta. Los problemas vienen cuando lo empiezas a dibujar y ves alguna falta de ritmo, un personaje que no acaba de encajar... Entonces es una cosa que ya... Sobre el papel y con el dibujo, entre los dos lo vemos, y así es como ves si el guión funciona o no.
- Te consagraste con ‘Eva Medusa’. ¿Qué tiene ese personaje de ti o qué tienes tú de ella?
- Muy buena pregunta. Yo procuré darle todo lo que pedía el personaje. Fue mi primera historia larga, realmente, así que tuve muchas dudas, pero también aprendía muchísimo. Del primer al tercer libro hubo bastantes cambios, se nota que el estilo varía, algo inevitable cuando te dedicas a dibujar: hay que ir mejorando cada vez que ves tu trabajo publicado. Además, yo soy muy crítica con lo que hago, los fallos que tengo, y siempre me digo “esto hay que corregirlo”. Se nota álbum a álbum. Y en el último más aún. Por eso, ‘Eva Medusa’, al principio, en los primeros álbumes, sufre un cambio muy rápido. Creo que le aporté frescura, ganas de hacer bien las cosas, afán de superación. Y yo he aprendido del personaje a conocerme a mí misma y saber en qué registro me manejo mejor.
- Una debilidad personal son las ilustraciones que hiciste para la versión de ‘En busca del Unicornio’, de (Juan) Eslava Galán, que creo te dejó un mal recuerdo.
- Sí, no se publicó lo bien que se merecía. El editor no mimó el trabajo. Esto es una labor en equipo, y el dibujante es tan responsable en el producto final como el señor que se encarga de la encuadernación. A distinto nivel, sí, pero si no está bien encuadernado, un álbum no se puede leer. Todo requiere cariño y mimo, y digamos que ‘El Unicornio’ murió al entrar en máquinas. Allí no había director artístico que dijese “esto cuídamelo, vamos a revisar esta página, este color no está bien, hay que repetir tal cosa...”. Algo de lo que alguien tiene que hacerse cargo y estar detrás de ello. Entonces, todo salió como salió: mal. El segundo álbum tenía los colores descasados y lo dieron por bueno. Entones, claro, el dibujo era minucioso, con mucho detalle, que pedía una lectura nítida. Y como no lo fue... Da pena, es como cuando necesitas gafas para leer y no te las puedes poner: no ves bien y no puedes disfrutar de la lectura.
- Sin embargo, aunque ese libro haya sido una decepción para ti, tiene una estética que sigue viva y que has mantenido en otros trabajos, tras la estela de personajes y estéticas como las de ‘El príncipe valiente’, ‘Capitán Trueno’ o del estilo de Peyo. Algo de aire ‘retro’ que no caduca, ¿no?
- Sí, mi estilo lo desarrollé ahí un poco más, me hice más realista por exigencias del guión. Yo quería haber hecho algo de género histórico, por lo que me vi obligada a profundizar en el realismo. Pero bueno, documentarse es lo mejor, he seguido por ese camino y me ha venido bastante bien. Entre ‘El Unicornio’ y lo que hice con Jean, hay varios trabajos como poner imágenes a cuentos de Andersen, Perrault... Un registro en el que estoy muy a gusto.
- ¿Qué te parece la retrospectiva de tu obra, expuesta en estas Jornadas?
- Fantástica e impresionante. Tener una exposición en un palacio medieval, y con dos pisos para mi es algo... increíble. No es lo mismo tener todo esto guardado en un cajón de tu casa. De repente se realza. Sí, es tener esta sensación de “Pero bueno, ¿todo esto he hecho yo?”. Lo ves y te acuerdas de lo que pensabas cuando lo hiciste, y en la época en la que estabas... Y sin embargo, aunque ya estoy en otros términos, te da la alegría de ver que la gente que va a verlo por vez primera, a lo mejor eso le ayuda a entender un poco mejor el dibujo, o quién sabe, a amar realmente los cómics. Ese es el objetivo final.
Un regalo de Ana a un servidor. Por si alguien
dudaba de su bondad y amabilidad.
Con gente como ella, da gusto.
(Un extracto de esta entrevista se publicó el 17 de septiembre de 2010 en La Voz de Avilés - El Comercio)
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"Convertid un árbol en leña y podrá arder para vosotros, pero ya no producirá flores ni frutos"
(Rabindranath Tagore)
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"Convertid un árbol en leña y podrá arder para vosotros, pero ya no producirá flores ni frutos"
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